Antes de nada quiero decir lo difícil que puede llegar a ser encontrar esta película, al menos en nuestro país, y que poder visionarla te obliga a descargártela de cualquier sitio y en una calidad bastante baja para lo que puede ser una película de los noventa. Este es de los pocos servicios que le veo a la piratería, aparte de que tarde o temprano las distribuidoras y discográficas se verán obligadas a bajar los precios para así poder llegar a más gente. El público español lleva años sufriendo los elevados precios de libros, discos y películas sin ningún tipo de justificación, porque si comparásemos con otros países, un libro de tapa dura puede llegar a costar 8 Dólares y aquí, en la misma edición, 20 Euros.
Tarde y mal son las palabras que definen al sector en este país y que nos obliga a buscarnos la vida por nuestra cuenta, porque si no, dudo que se pueda encontrar “Chaplin” fácilmente (En la Fnac no está). Y es muy curioso porque esta película, la biografía de Charles Chaplin, es posiblemente la prueba de que Robert Downey Jr. es mucho más que Iron Man o Sherlock Holmes.
El cine es relativamente moderno, si lo comparamos con cualquier otro arte, pero es sorprendente la cantidad de historias, personajes y sucesos históricos que nos ha deparado en tan pocos años. Uno de sus impulsores fue Charles Chaplin, un cómico británico especializado en espectáculos mudos y que fue de los primeros en dar el salto a la pantalla. Esta película, dirigida por Richard Attenborough, al que muchos conocemos como el John Hammond de “Jurassic Park”, abarca toda la vida del artista, algo que ha dejado de utilizarse en los biopics para centrarse solamente en un periodo concreto del biografiado. Así conocemos a Charlie, un niño pequeño cuya madre trabajaba en el espectáculo y que apenas podía alimentar a sus dos hijos. El padre, como suele decirse, fue a por tabaco y nunca volvió, lo que les hizo la situación aún más dura cuando su madre empezó a sufrir trastornos mentales que al parecer, venían de familia. Por eso deben ingresarla en un hospital y los dos chicos tienen que ganarse la vida en los espectáculos de vodevil, en los que Charlie es realmente bueno.
Además, la juventud de Chaplin coincidió con una época en la que los artistas estaban muy mal vistos, casi peor que los vagabundos. Eso concuerda con los inicios de Groucho Marx, que en su autobiografía “Groucho y yo” cuenta cómo su casera le insultó diciendo que “todos los artistas son unos caraduras”. Pero al contrario que Groucho, que se alegró al ver que alguien le consideraba un artista, Chaplin no se lo tomó tan bien. Le propuso matrimonio a una chica que le gustaba, pero coincidió con los planes de iniciar una gira por los Estados Unidos, así que le pidió que le esperase. Sin embargo en América encontró la oportunidad de dedicarse al incipiente mundo del cine y se convirtió en una estrella lejos de su casa, hasta el punto que cuando volvió a tener noticias de esa chica, resultó que ella se había casado.
Este detalle es fundamental ya que la vida de Charlie Chaplin gira en torno a las mujeres o, más bien, las jovencitas que querían ser actrices. Son conocidos sus varios matrimonios y los problemas que se buscó cuando algunas de ellas eran menores de edad. Además dejan caer una pequeña escena fetichista que indica su gusto por las felaciones, algo que era considerado un poco anormal para su época. Eso sumado a las insinuaciones acerca de que era judío y pertenecía al partido comunista le pusieron en el punto de mira de J. Edgard Hoover, un personaje importante en la historia política estadounidense, director del FBI y directamente responsable no sólo de una caza de brujas, sino de negar la existencia de la mafia incluso cuando había pruebas de lo contrario y cuya tenebrosa vida plasmará Clint Eastwood en su próxima película . En la película dejan caer que Hoover pensaba que era responsabilidad suya controlar el contenido de las películas ya que éstas, y en especial las de Chaplin, enviaban un mensaje pernicioso para la población. Al no contar con su colaboración, se convirtió en el blanco de críticas y juicios, sobre todo cuando desde 1938 esgrimía su poderoso alegato antibélico en “El gran dictador”, algo que Hoover pensó que trataba de enviar un claro mensaje antiamericano.
Sin embargo, da la sensación de que la vida de un hombre semejante es tan grande que no cabe en una sola película. A pesar de la portentosa interpretación de Robert Downey Jr. el film no termina de mostrarnos ni una visión interior del hombre de carne y hueso ni tan siquiera una recreación de su carrera cinematográfica. Se intercalan fragmentos de las películas originales junto con otras escenificadas por el reparto, pero no llegamos a entender del todo a este Chaplin, ni siquiera a saber cómo se sentía en algunos momentos. Sólo hay una ocasión, aparte de su emocionante escena final, en el que echamos un vistazo a la melancólica personalidad del artista, cuando regresa a Inglaterra aún pensando en aquella chica y descubre que no sólo es que estuviera casada, sino que falleció. Mientras le preguntan qué van a hacer, rodeado de admiradores que quieren verle, tocarle y hablarle, él se limita a encogerse de hombros y decir: Sonreír, ¿Qué podemos hacer si no?
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